Navaja suiza

sábado, 19 de marzo de 2011

La seta de la eternidad



La humanidad lleva milenios buscando la “panacea universal”, mítico producto capaz no sólo de curar todas las enfermedades sino de prolongar indefinidamente la vida. Pues bien, hace más de veinte siglos los chinos creyeron haberla encontrado en una sustancia muy extraña que denominaron “gusano de invierno y hierba de verano”, tan poderosa que bastaba comerla para lograr un notable rejuvenecimiento que incluía no sólo la atenuación de los achaques físicos propios de la vejez sino una auténtica revitalización mental y sexual. Uno volvía a sentirse joven y fuerte tras consumirla. Pero tan preciada sustancia sólo se encontraba en un rincón remoto del imperio y tanto por su escasez como por el coste de obtenerla y llevarla hasta la capital así como por lo excepcional de sus resultados su administración quedó reservada de forma exclusiva al emperador y a sus allegados más íntimos. ¿Y qué sustancia era ésa que recibió tan extraño nombre? Pues el Cordyceps sinensis, una seta entomopatológica, palabreja que indica que ¡crece en el interior de un insecto y se alimenta de él hasta matarlo!
En la actualidad se conocen unas 500 especies de este tipo de hongos entomopatológicos y muchos ya se están utilizando para el control de plagas -obviando así la contaminación ambiental que provocan los herbicidas y pesticidas químicos- pero el Cordyceps sinensis se encuentra de forma natural sólo en el altiplano tibetano y en las altas montañas de la provincia china de Qinghai, a más de 4.000 metros de altura.
La leyenda cuenta que fueron los pastores trashumantes que llevaban el ganado a las praderas de veranada quienes descubrieron sus efectos terapéuticos. Sencillamente, observaron que los animales que se alimentaban con las hierbas contaminadas con esta seta mostraban claros síntomas de revitalización junto con un poderoso incremento de su actividad sexual y de la fertilidad.
Hoy día la seta sigue recogiéndose de forma natural en su hábitat de las elevadas planicies del Tíbet, Bután, Nepal, la India septentrional y la provincia china de Sichuan y es una importante fuente de recursos para los pastores locales ya que su valor en el mercado de la ciudad de Xining puede alcanzar los 5.000 € el kilo (en el verano del año pasado hubo incluso enfrentamientos armados entre recolectores). La temporada de recogida empieza en mayo o junio -según la altura de la zona- y su acopio representa una importante fracción de los ingresos de esos campesinos. El Gobierno chino trata de regular el cultivo y la recolección de la seta para evitar su sobre-explotación y eventual extinción en tanto que en Nepal y Bután su recolección estuvo prohibida durante varios años y en la India no se permite recogerla en las zonas de Reservas de la Biosfera. En realidad su extinción es imposible dado que el micelio se encuentra enterrado en el suelo y de hecho en las zonas más controladas se ha notado que una mayor extracción aumenta la abundancia de la seta al año siguiente.