Navaja suiza

martes, 26 de julio de 2011

ANTIMONIO, UN VENENO Y UNA CURA


A lo largo de la historia, el antimonio se ha usado como veneno y como cura (los médicos lo usaban en siglos pasados para inducir el vómito, para el tratamiento de la melancolía y, posteriormente, para curar la shismatosis, una enfermedad parasitaria tropical). Como veneno, la dosis fatal es de 100 miligramos, peligrosamente cercana a la dosis terapéutica. Una de las teorías más plausibles sobre la muerte de Mozart es que su médico le diera antimonio para curarle, aunque el resultado final fuera justo el contrario. También hay otra versión de la teoría y es que Mozart fuera envenenado intencionadamente con antimonio.
Se estima que a lo largo del día una persona ingiere unos 0,5 miligramos al día, en función de lo que consuma. El cuerpo lo excreta en seguida así que, normalmente, no se acumula en ningún órgano. En pequeñas dosis, el antimonio produce dolores de cabeza, debilidad y depresión. En dosis suficientemente elevadas, el sistema enzimático humano queda perturbado y causa la muerte en días.
Pero esos niveles fatales de 100 miligramos quedan muy lejos de las partes por trillón que mencionan los investigadores alemanes que han publicado el estudio de las botellas de agua. Una parte por billón (que es más que una parte por trillón) es lo equivalente a un microgramo en una tonelada. Aun así, uno de los aspectos preocupantes sobre los que no hay respuesta todavía es el posible efecto cancerígeno del antimonio. Y aunque se trate de dosis bajas, dicen los investigadores, las botellas contienen más antimonio que el agua corriente y «lo que no está claro es qué implicaciones tiene eso para la salud humana».