Navaja suiza

jueves, 30 de mayo de 2013

EL PAR BIOMAGNÉTICO: CÓMO TRATAR LAS ENFERMEDADES ¡CON DOS SIMPLES IMANES!

                                                         



Según la Teoría del Par Biomagnético del doctor Isaac Goiz buena parte de las enfermedades son producto de la combinación de alteraciones fundamentales del pH en los órganos internos y la presencia de virus y bacterias. De hecho, Goiz afirma que toda patología se inicia en dos puntos relacionados entre sí que poseen las mismas características bioenergéticas aunque estén situados en distintos lugares del cuerpo. Es lo que llama “par biomagnético” y asevera que mientras en uno de esos puntos se produce acidificación en el otro se produce alcalinización. Y eso hace que ¡en uno se acumulen los virus y en el otro las bacterias! Es más, asevera que basta colocar dos simples imanes en esos puntos para que los virus y bacterias que pueden afectar negativamente al organismo ¡pierdan su capacidad patógena!
                                                                                      
Cuenta la leyenda que fue un pastor griego llamado Magnes la primera persona en descubrir el poder de los imanes en Occidente. Se dice que un día, mientras llevaba su rebaño a pastar, la punta férrica de su bastón fue atraída de improviso por una gran piedra situada en medio del camino. Y bien por superstición, bien porque tuvo una inspiración genial, cuenta la leyenda que insertó pedazos de la piedra en las suelas de sus sandalias y desde aquel momento pudo caminar largas distancias sin experimentar fatiga. Sus contemporáneos llamaron tan la extraña piedra “la piedra de Magnes” siendo de ahí de donde deriva la palabra magnet (inglés) y, por ende, magnético. Por otra parte, el término imán procede de la palabra latina adamas/adamantis que significa ‘piedra dura’.
Obviamente, la investigación sobre los efectos terapéuticos de los imanes en la salud no se ha detenido desde entonces. Son reseñables por ejemplo las investigaciones que hicieron los investigadores japoneses Takahashi y Nakagawa sobre su beneficio en dolores articulares; los trabajos del doctor J. M. Boboc en 1980 para el tratamiento del dolor de espalda; las investigaciones del doctor Baron - reputado neurooftalmólogo y director de investigación en el CNRS francés- que concluyeron en 1982 que los imanes eran muy eficaces para tratar el síndrome mesencefálico (sus experimentos le llevaron a descubrir el aspecto relajante del polo Norte de un imán); los trabajos del doctor P. Orengo, un cirujano ortopédico que trató miles de patologías en las articulaciones con imanes y que en colaboración con el doctor M. T. Couchard demostró las propiedades contra el dolor del polo Norte de los imanes; los trabajos del doctor Valadequien concluyó que eran muy eficaces en el tratamiento de los dolores de cabeza (la neuralgia de Arnold); y los estudios efectuados en el Hospital Saint Michel de París donde un equipo probó la efectividad de los campos magnéticos en la parálisis facial.
La verdad es que podríamos mencionar una interminable lista de trabajos realizados sobre el magnetismo en todo el mundo pero no harían sino confirmar lo ya descubierto... y desvelar que aún queda mucho por descubrir. Ahora bien, es preciso recordar que los campos magnéticos son anteriores a los eléctricos ya que no precisan un impulso inicial para su desarrollo y está en su naturaleza comportarse como lo hacen. Dicho esto, hoy es sabido que cada órgano genera su propio campo magnético y que éste está expuesto a continuos estados de actividad y descanso así como a influencias externas como las que llegan a través de la comida, la bebida, las emociones... ¡y la contaminación electromagnética! Y que, obviamente, para mantener un estado saludable es necesario que esos campos magnéticos se hallen en equilibrio. Especialmente porque cualquier distorsión constante en el campo magnético de un órgano durante cierto tiempo puede afectar gravemente al mismo... ¡y a todo el organismo!
Y son desde luego muchos los campos externos con los que cada día le toca al ser humano interactuar. El primer campo magnético con el que nuestro organismo tiene que estar en perfecto equilibrio es el de nuestro propio planeta. M. H. Halpern ya demostró su importancia para los organismos vivos al aislar a ratones del campo magnético terrestre introduciéndoles en jaulas especiales. El resultado es que los ratones enfermaron rápidamente y en tres generaciones habían muerto todos víctimas de distintos tipos de hipoplasia (una disminución significativa del número de células en los tejidos del órgano afectado). La NASA detectaría luego que al abandonar el campo magnético de la Tierra los astronautas padecían la denominada “enfermedad espacial” caracterizada por el desarrollo de osteoporosis y deficiencias en el sistema inmune.
No debe extrañarnos pues que hoy sean cada vez más los investigadores que se preguntan si el gran número de nuevas patologías que se diagnostiscan -muchas de ellas articulares- no se deberá a la suma de la disminución progresiva del campo magnético de la Tierra denunciada por los investigadores japoneses Kawai y Ritake (un 5% anual) y la enorme contaminación electromagnética que sufrimos. En esta línea, ya en 1958, el antes mencionado doctor Nakawaka acuñó la expresión “Síndrome de deficiencia de campo magnético” para definir la dolencia de aquellos pacientes que presentan síntomas como rigidez de hombros, espalda y base del cuello, dolor en la parte baja de la espalda, migrañas, vértigos, sensación de pesadez, insomnio, estreñimiento crónico, lasitud general y desequilibrio del sistema nervioso autónomo. Nakagawa estaba convencido de que tales síntomas se debían a un desequilibrio de los campos magnéticos de los pacientes y de hecho obtenía muy buenos resultados cuando les sometía a tratamiento con imanes.
Todas las funciones biológicas –afirmó por su parte el cirujano francés Ornego- son sumamente sensibles a la influencia de los campos magnéticos. Las membranas, las mitocondrias intercelulares, las reacciones enzimáticas, los fosfolípidos, el metabolismo basal... Todo confirma el concepto de que la vida en la Tierra está sumergida en un mar de fuerzas magnéticas y que la persistencia de vida depende de que esas fuerzas permanezcan intactas.”
En resumen, la investigación acumulada hasta el momento demuestra que los sistemas vivos son muy sensibles a los campos magnéticos y que sus efectos alcanzan hasta el último rincón de nuestro organismo a causa del carácter penetrante del magnetismo. Y precisamente porque el cuerpo entero esta movido a nivel celular por impulsos eléctricos y los campos magnéticos existen en cada una de sus células los imanes, adecuadamente aplicados, ejercen un efecto positivo al equilibrar los campos magnéticos. Lo que a la vista de lo que hoy sabemos podría contribuir a corregir los desequilibrios metabólicos que están en el origen de buena parte de las enfermedades. Hay que decir, sin embargo, que nunca hasta ahora los imanes habían sido utilizados como propone el doctor mexicano Isaac Goiz. Lo explicamos.
EL DOCTOR ISAAC GOIZ
Isaac Goiz es el creador de la teoría del Par Biomagnético, una concepción que supone un paso adelante en lo que hasta ahora se conocía sobre el uso de imanes, su colocación y su relación con el pH. Y es que con la colocación de los polos positivo y negativo de imanes naturales de especial potencia en puntos concretos del organismo interrelacionados entre sí Goiz ha conseguido aumentar los beneficios de los campos magnéticos en un amplio rango de enfermedades. Obviamente, como ocurre con muchas otras terapias novedosas, sus trabajos no han sido aún estudiados por otros colegas y no cuentan por tanto con el respaldo de la llamada “comunidad científica” –una entelequia, por cierto, que sólo existe en la mente de algunos-. Así lo reconocía el doctor J. K. Crellin -de la Universidad de New Foundland en Cánada y especialista en Historia de la Medicina- cuando tras conocer sus trabajos le contestó: “Su teoría no puedo aceptarla en principio como una terapia y menos aún certificar su efectividad a pesar del número de pacientes que usted ha tratado; sin embargo, es digna de publicarse porque se está metiendo de lleno en un capítulo totalmente nuevo, la Bionergética, e independientemente de los resultados es el futuro de la Medicina y la Medicina del futuro”.
Por el momento, además de su propia experiencia clínica y la conseguida en otros países del mundo -sobre todo en Chile-, Goiz ha contado con el aval de la Universidad de Loja (Ecuador) a los hallazgos que describió en su obra El fenómeno tumoral sobre la etiología y tratamiento del cáncer, y la participación de virus y otros gérmenes en su desarrollo.
Médico cirujano, mientras trabajaba en el Instituto Nacional de Neumología de México en 1970 Goiz se vio obligado -por severas deficiencias en el suministro de materiales- a trabajar con prácticas médicas alternativas o poco conocidas para él como la Acupuntura, la Auriculoterapia, la Reflexología, la Enzimoterapia y otras que le convencieron de la existencia de soluciones terapéuticas eficaces en el mundo de las denominadas terapias alternativas. Posteriormente, en 1988, recibiría una invitación para asistir al primer curso sobre Biomagnetismo que organizóla Sociedad de Medicinas Alternativasde Guadalajara (México) teniendo la oportunidad de oír hablar allí al doctorRichard Broeringmeyer sobre terapias energéticas, la Terapia Polar y la importancia del pH en la salud. Un conocimiento que sería la base que terminaría dando lugar a su teoría del Par Biomagnético.
EL PH Y LOS IMANES
Como en su día explicamos cada órgano del cuerpo -y todos sus tejidos- tienen un mayor o menor grado de acidez o alcalinidad. Algo que se conoce midiendo la concentración de hidrógeno –es decir, el potencial de hidrógeno, lo que abreviadamente conocemos como pH-. Se trata de un dato útil porque la mayoría de las personas enfermas tienen un exceso de iones electropositivos (toxinas, radicales libres...) que acidifican las células, los órganos, la sangre y las secreciones. El pH normal de la saliva de una persona con una dieta naturista libre de productos químicos y que consume alimentos no procedentes de animales muertos es igual al de la sangre: 7.4. Es decir:, ligeramente alcalino (el pH neutro es de 7.0.) Sin embargo, la mayor parte de la gente enferma tiene un pH que oscila entre 6.0 y 7.0 (de ácido a neutro). Y cuanto más enfermos más ácido suele ser su pH. Así, las personas con cáncer terminal o metástasis masiva tienen por lo general un pH muy ácido (entre 5.5 y 6.0).
Son muchos los investigadores y médicos que sostienen que para buscar el equilibrio cuando el organismo está acidificado éste hace básicamente dos cosas: buscar las sustancias que precisa para contrarrestar los radicales libres y expulsar del cuerpo toxinas (radicales libres y toxinas son las dos principales causas de la acidificación). Es decir, usa las vitaminas, minerales y oligoelementos antioxidantes que tiene a su alcance y, paralelamente, se deshace de las toxinas a través de las vías naturales de eliminación del cuerpo: las heces, la orina, las mucosidades y el sudor. Proceso de desintoxicación que cuando es intenso a veces da lugar a problemas dermatológicos –eccemas, acné, dermatitis, psoriasis y otros desórdenes de la piel- al salir las toxinas a través de la piel y que a veces es diagnosticado como una “enfermedad” cuando en realidad no constituye sino la consecuencia del rápido proceso de desintoxicación. Y otro tanto ocurre con las llamadas enfermedades agudas o recurrentes que no serían en muchos casos sino la consecuencia de las disfunciones que produce en tejidos y órganos la carencia de las sustancias antioxidantes que el cuerpo se ha visto obligado a extraer de ellos para combatir la acidificación –cuestión de prioridades- algo que no habría tenido que hacer si la persona dotase periódicamente a su cuerpo de ellas mediante una alimentación adecuada o una suplementación inteligente. Evidentemente si esa aportación sigue sin tener lugar durante mucho tiempo aparecen las llamadas enfermedades crónicas ya que los tejidos y órganos empezarían a tener carencia de las sustancias que el organismo se ve obligado a “robarles” para combatir la acidificación y podrían producirse daños importantes que produzcan disfunciones.
La gran aportación de Goiz para tratar de solucionar la acidificación es el uso de la influencia de los imanes sobre el intercambio celular de iones. El proceso de desequilibrio del pH comienza a nivel celular con el intercambio de iones a través de la membrana celular, acción bioeléctrica que se da en todas las células del cuerpo. Pues bien, si recogemos una muestra de sangre, eliminamos el fluido hasta quedarnos sólo con los glóbulos rojos y acercamos un imán podremos ver al microscopio cómo las células giran y apuntan en una dirección. El imán, en pocas palabras, ¡polariza los iones de las células! (un ión es un átomo con un electrón de más o de menos).
Es más, comprobaremos que el polo Sur fuerza a los fluidos a girar en el sentido de las agujas del reloj, aumenta la producción de iones de hidrógeno, ofrece una carga positiva (+) de energía, acelera la actividad celular, refuerza los componentes ácidos, estimula la producción de proteínas y acelera el proceso de maduración. El polo Norte, en cambio, proporciona una carga negativa de energía (-), reduce la velocidad de la actividad celular, incrementa la alcalinidad, actúa para sosegar o inhibir el dolor, aumenta los iones de potasio, disminuye los iones de calcio anormales y disminuye la concentración de iones de hidrógeno. Desde este punto de vista, pues, puede afirmarse que el principal efecto del magnetismo en la salud es actuar sobre el ión de hidrógeno.
El caso es que Isaac Goiz decidió aplicar en la práctica diaria las teorías de Broeringmeyer sobre la Terapia Polar del potencial de hidrógeno, el deterioro de los órganos y los imanes. Sólo que ante la imposibilidad tecnológica de conseguir una medición externa del pH interior de nuestros órganos comenzó a trabajar con mediciones indirectas. Y es que Broeringmeyer le había abierto la puerta al documentar el uso de los tests musculares utilizados en Kinesiología para diagnosticar con precisión el funcionamiento de las glándulas y órganos del cuerpo, un método de diagnóstico a través del principio de “respuesta muscular inteligente” que fue descubierto por el Dr. George Goodheart en los años sesenta.
En 1988 –escribió Goiz- acepté que debido a la interacción de un campo magnético de polaridad bien definida con la carga biomagnética de un órgano éste se distorsiona hacia un pH anormal alcalino y se produce un acortamiento del hemicuerpo derecho constatable de forma objetiva; y que, por el contrario, el hemicuerpo derecho se alarga ante la presencia de un órgano con pH acidótico. Las mediciones se hacen en el hemicuerpo derecho porque el izquierdo no sufre estas variaciones ya que es recorrido 80 veces por minuto en condiciones normales por una corriente electromagnética generada por la actividad autónoma del corazón y, por lo mismo, sirve como marco de referencia bioenergética para entender e identificar los pares biomagnéticos”.
Recomendamos a quien dude de la eficacia de este tipo de tests musculares un simple ejercicio casero: extienda hacia el lado un brazo de forma perpendicular al cuerpo. Pídale luego a alguien que trate de bajarlo mientras ofrece la mayor resistencia posible y observe el grado de dificultad y resistencia. Coja ahora con la otra mano un recipiente con un producto tóxico -por ejemplo, un frasco de amoníaco o de lejía-, acérquelo al cuello y acto seguido realice otra vez el ejercicio anteriormente propuesto. Comprobará que su fuerza mengua notablemente. Y es que el campo tóxico interfiere decisivamente en su energía.
Pues bien, a partir de los métodos de diagnóstico que ofrece la Kinesiología Goiz comenzó a trabajar sobre los efectos de los imanes en el pH y en octubre de 1988 –trabajando con un enfermo de sida- daría con un sorprendente descubrimiento: que en su cuerpo había dos puntos concretos que se caracterizaban por tener distinta polaridad. Uno ubicado en la parte media del esternón y otro en la parte distal del coxis. A esos dos puntos –uno de polaridad positiva, el otro de polaridad negativa- los denominaría “par timo-recto” y desde entonces identifica el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida). El posterior trabajo con miles de pacientes le llevaría a encontrarse con que en la práctica totalidad de las enfermedades existen “pares biomagnéticos”; es decir, que en cada patología existe un campo magnético propio con sus polos “norte” y “sur” -como en una pila-. Y con tiempo y paciencia identificó todos esos polos. Es más, descubriría que el desequilibrio de esos campos magnéticos da origen a la aparición de patologías concretas.
Según Goiz el polo positivo -que se genera por exceso de H+ (iones de hidrogeno)- tiende hacía la acidificación y da lugar a la presencia y desarrollo de virus. Por su parte, el polo negativo se genera por déficit de H+ y por la presencia de radicales libres, tiende hacia la alcalinidad y lo que propicia es la presencia y desarrollo de bacterias y otros gérmenes.
De hecho, a día de hoy –como en el caso de los puntos de acupuntura- la ubicación en el organismo de esos pares biomagnéticos está ya completamente definida. Y constatada su relación con patologías concretas. Los pares biomagnéticos descubiertos son cerca de 250.
El par biomagnético puede definirse –escribiría Goiz- como el conjunto de cargas que identifican una patología y que está constituido por dos cargas principales de polaridad opuesta que se forman a expensas de la alteración fundamental del pH de los órganos que las soportan”.
Es decir, según Goiz cada enfermedad tiene su propio par biomagnético y ello permite tratarla. ¿Cómo? Pues actuando sobre los polos adecuados en cada caso mediante imanes. Luego volveremos sobre esto. Antes debemos decir que de esa dualidad bioenergética se desprende -siempre según Goiz- otro principio fundamental al que llamó Nivel Energético Normal (NEM) y que define los límites bionergéticos en donde se llevan a cabo correctamente todos los procesos metabólicos celulares de los organismos humanos en estado de salud y que, en razón de temperatura, no pueden salirse de un grado (de 36 a 37), en razón de su absorción electromagnética está en el orden de los 400 amstrongs y en razón del pH está muy próximo al valor neutro de la escala convencional con una tolerancia de apenas tres décimas en ambos sentidos. En otras palabras, para que el organismo funcione correctamente la temperatura del cuerpo debe estar entre 36 y 37º, el pH entre 7,1 y 7,7 y el grado de absorción electromagnética ser de alrededor de 400 amstrongs.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
Uno de los principales problemas con los que Goiz se encuentra para que sus colegas acepten su trabajo es que hasta el momento la medición de los polos biomagnéticos es de orden cualitativo e indirecto a través, como ya se ha explicado, de la combinación de tests de Kinesología e imanes. Dicho esto, hay que explicar que de acuerdo a los principios de la práctica de la terapia -fruto del trabajo de muchos años por parte de Goiz- la mejor forma de rastrear los polos biomagnéticos (la enfermedad) es situar al paciente en decúbito supino sobre una base firme, especialmente de madera o material aislante para evitar interferencias con los imanes. Se aconseja que el paciente mantenga puestos sus zapatos ya que éstos permiten valorar el acortamiento o la elongación del miembro inferior derecho. Una vez tumbado el paciente boca arriba se rastrean los puntos denominados de diagnóstico. Basta colocar sobre ellos el polo negativo de un imán y comprobar en cada ocasión si las piernas tienen la misma longitud o una parece más corta que la otra. Para ello se toman los talones del paciente y se levantan las piernas unos 30° ya que así es más fácil constatar cualquier alteración. Si así sucede, es decir, si la pierna derecha parece más corta que la otra –la diferencia puede oscilar entre 1 y 5 centímetros- es que ese punto está alterado.
La verdad–confiesa Goiz-es que no entendemos aún -cuando lo entendamos se acabarán todas las enfermedades– por qué se polariza en un instante todo un órgano hacia el lado positivo por exceso de iones, cayendo en un estado de acidez en su totalidad y eso, a su vez, condiciona -como consecuencia necesariamente lógica- la polarización de otro órgano en sentido opuesto, es decir, hacia la alcalinidad por déficit de hidrogeniones y presencia de radicales libres complejos con polaridad negativa. Aun cuando las consecuencias finales de ambos polos son las mismas, la degeneración de la materia, dicha degeneración es diferente en su manifestación. En el caso de los polos biomagnéticos con polaridad positiva la degeneración es de tipo retráctil o cicatricial y en el segundo es de lisis y dispersión del tejido”.
Ahora, bien aunque es cierto que algunas enfermedades están relacionadas especialmente con un par determinado, en general la gran mayoría de las enfermedades implican más de un par biomagnético y por tanto la participación sincrónica de distintos gérmenes, ya sea virus, bacteria, hongos o parásitos. Sergio Córdova, director del Centro de Terapias Naturales Ohanien Santiago de Chile y uno de los centros con más experiencia en este campo nos confirmaría este punto:“Los alumnos de Goiz frecuentemente encuentran alrededor de 7 pares en promedio en cada sesión (dentro de los 250 pares posibles) pero también es cierto que comúnmente se encuentran más de una dolencia ya sea visible o en potencia. Curiosamente al propio Dr. Goiz le salen sólo 3 en promedio.”
Una vez encontrados los polos afectados se procede a buscar sus pares en el dibujo donde Goiz tiene reflejados todos los pares biomagnéticos. Luego basta colocar en ambos polos unos imanes naturales de una potencia que puede oscilar entre los 1.000 y 50.000 gauss (son suficientes unos veinte minutos). Según Goiz, como las cargas energéticas del par biomagnético tienen la misma intensidad, el mismo número de partículas elementales y la misma frecuencia bioenergética al enfrentar una carga con su polaridad contraria se anulan -por efecto de la inducción magnética- sus potenciales respectivos. ¡Y ello lleva a restaurar el equilibrio natural del pH de los órganos afectados! Tras la sesión el terapeuta podrá comprobar cómo las piernas recuperan su simetría normal levantando las piernas del paciente.
En cuanto al número de sesiones depende del tipo de dolencia así como de su gravedad y antigüedad pero la práctica parece indicar que una secuencia inicial de tres sesiones -una a la semana- basta para obtener una gran mejoría en la mayoría de los casos.
Durante dos años y medio de práctica continua del Biomagnetismo con nuestros pacientes – nos contaría Sergio Córdova, director del Centro de Terapias Naturales Ohanien Santiago de Chile-hemos podido constatar que la gran mayoría de las enfermedades siguen un patrón común que comienza con la acumulación de conflictos emocionales y/o estrés que producen una disminución de la eficiencia del sistema inmunitario. Esto permite que proliferen microbios -virus, bacterias, hongos y parásitos- que están parapetados en puntos específicos del cuerpo y que se corresponden con los distintos pares biomagnéticos. Pues bien, es en este nivel, en el que los gérmenes se han potenciado combinándose de diversas formas, donde el Biomagnetismo tiene su acción más visible y contundente. A pesar de que hemos visto resultados en una amplia gama de enfermedades de difícil tratamiento con la medicina oficial -cáncer, SIDA, diabetes, fibromialgia, esclerosis múltiple, lupus eritematoso, artritis, psoriasis, hepatitis, herpes, etc.- en una rápida encuesta nuestros ocho terapeutas en Biomagnetismo refirieron notar mejores resultados en psoriasis, fibromialgia, cáncer, diabetes y problemas estomacales y pulmonares diversos. Un reporte curioso fue que todos ellos concordaron en haber sanado rápidamente dolores de cabeza crónicos con el Biomagnetismo”.
IMANES Y MICROORGANISMOS
En este marco de relaciones entre cargas positivas-negativas y pH, Goiz da un paso más. Afirma que cuando estos pares se desequilibran, en el punto del par polo sur-positivo (de ambiente ácido) se encuentran determinados virus mientras que en el punto del par polo norte-negativo (de ambiente alcalino) se hallan ciertas bacterias. Virus y bacterias han sido identificados por Goiz a lo largo de su investigación y puestos en relación a través del campo magnético que forma cada par biomagnético.
 “De acuerdo al concepto teórico del Par Biomagnético –escribe Goiz- el virus patógeno tiene dos elementos morfológicos: cápside y virón. El primero con carga negativa puesto que se trata de una mucoproteína. Y el segundo con carga positiva puesto que se trata de una porción de nucleoproteína y, específicamente, de ADRN. En el polo positivo se generan los virus patógenos o estructurales en su función de virón; y en el negativo la mucoproteína que les es específica ya que en el polo negativo o Norte las bacterias tienen pleno desarrollo y madurez y no se ocupan de su propio metabolismo sino de hacer resonancia vibracional y energética con los virus que les son afines y de producirles la proteína cápside que los hacen patógenos”.
De esa manera Goiz logró establecer que entre ambos focos de virus y bacterias existe una comunicación -en forma de ondas electromagnéticas- que define como biorresonancia magnética y que permite una relación energética entre dichos microorganismos de tal manera que cuando el órgano se desequilibra se potencian su virulencia y capacidad de resistencia frente a los anticuerpos del sistema inmune.
Siguiendo la teoría de Goiz y la relación entre el pH, la acidificación y los microorganimos, cuando sobre los puntos correspondientes de los pares origen de una determinada patología se colocan imanes de una fuerza superior -de 1.000 a 50.000 gauss- el par biomagnético se despolariza y la vuelta al equilibrio en el pH alterado supone -según la Teoría Biomagnética- una interrupción de la retroalimentación energética entre virus y bacterias. Esto, a su vez, produce el exterminio de los mencionados microorganismos que pierden su sustento energético. “Al inducir a los virus campos magnéticos superiores a 1.000 gauss -sostiene Goiz- pierden su capacidad patógena y cede la sintomatología viral en tiempos críticamente cortos. En el caso de las bacterias, al precisar éstas un medio alcalino para su reproducción en el momento de su neutralización ceden en su capacidad patógena”.
Expongamos algunos ejemplos de lo que Goiz afirma haber confirmado en el tratamiento de pacientes durante los últimos 17 años. Por ejemplo, en el caso de la diabetes Goiz sostiene que la mayor parte son “falsas diabetes” producidas por microbios como estafilococos aureus, Chlamydia Trachomatis, espiroquetas, algunos virus, salmonella typhi, amebiasis intestinal parasitaria, etc. Que pueden originar “falsas” diabetes por diversos motivos, como el deterioro químico de la insulina contaminada por los desechos metabólicos tóxicos de estos gérmenes, que pueden estar en el páncreas o no. Bueno, pues según Goiz el tratamiento adecuado con los imanes en el par duodeno–riñón permite la alteración del nivel patógeno de los microorganismos y, por tanto, la resolución de la enfermedad.
Por su parte, el Par Biomagnético para el tratamiento de la hepatitis B es pleura–hígado... en el hemisferio norte. Y es que ¡la polaridad varía en función del hemisferio de la Tierra en el que uno habite! La pleura soporta la polaridad negativa-alcalina y el hígado la positiva-ácida; esto quiere decir que el virus responsable de la patología se ubica en el hígado y la bacteria que hace resonancia y lo activa en la pleura. Bien, pues el adecuado tratamiento convertiría al paciente en un portador del virus asintomático.
Otro ejemplo: Goiz asegura tratar el Sida con magníficos resultados mediante la aplicación de imanes en el par timo-recto. En el par positivo-ácido (recto) se aloja el virus VIH y con él hace resonancia la bacteria E-Coli presente en el polo negativo-alcalino (timo). Y Goiz asevera que es precisamente la bacteria la que activa el timo causando la inmunodeficiencia que termina por producir el conjunto de síntomas conocido como Sida. En un organismo en el que, por el contrario, las posiciones estuvieran invertidas el VIH se encontrará presente en un timo alcalinizado y la E-coli en un recto acidificado... con lo que existirían alteraciones del sistema digestivo -diarrea, gases, etc.- pero no se darían las condiciones para la aparición del síndrome.
Siguiendo con los tratamientos de Goiz, en la familia de “enfermedades” que constituyen los distintos tipos de reumatismo, artritis o artrosis los desechos liberados por diversos microorganismos serían los encargados de atacar la membrana sinovial que cubre el cartílago de las articulaciones produciendo así inflamación, luego degeneración y finalmente graves deformaciones. Pues bien, Goiz afirma que al tratar el reumatismo articular en el par nervio inguinal derecho–articulaciones se consigue no sólo un efecto analgésico y una disminución de la inflamación y del tiempo de reparación de los tejidos dañados.
Obviamente según la teoría del Par Biomagnético muchos otros microorganismos son los causantes de enfermedades de difícil abordaje para la medicina alopática como algunos tipos de Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple, psoriasis, etc., que estarían especialmente causadas por virus fármaco-resistentes. Y todos ellos pueden ser reforzados en su efectos patógenos -tal y como sostiene también la doctora Ulda Clark- por otras sustancias tóxicas como metales pesados –el mercurio de las amalgamas, plomo, aluminio, etc.-, algunos conservantes, colorantes, drogas, pesticidas y otras sustancias presentes en los alimentos industrializados.
Recordemos que la toxicidad aumenta la acidificación del órgano -el ambiente donde mejor se desarrollan los virus- al tiempo que el desequilibrio provoca que en el otro polo del par el ambiente progresivamente alcalino permita la acción de las bacterias lo que, según Goiz, completa el círculo que pone en marcha la acción tóxica de los virus. Razón por la cual para volver al equilibrio inicial es de especial importancia la aplicación de imanes naturales en los pares biomagnéticos.
Lo aquí expuesto no es, como el lector podrá suponer, más que una simple introducción a la Teoría del Par Biomagnético. Es mucho lo que queda por desarrollar: los distintos pares, los ejes magnéticos presentes en el ser humano, la importancia de los ejes según los hemisferios de la Tierra... Todo un campo de estudio que se abre ante quienes están interesados en la influencia de los campos magnéticos en la salud. Aunque lo realmente importante de la misma es que su aplicación es sencilla, carece de contraindicaciones y es fácil de comprobar en sus resultados.Probablemente el Biomagnetismo no sirva para curarlo todo pero el porcentaje de alivio y mejoría que los pacientes experimentan es lo suficientemente notable como para justificar su conocimiento y uso, idealmente en conjunción con otras terapias que, en combinación con el área emocional, ayuden a elevar las defensas del sistema inmune.

lunes, 27 de mayo de 2013

Muere el superviviente más anciano del Holocausto

Muere el superviviente más anciano del Holocausto
Leopold Engleitner. / Bernhard Rammerstorfer (Reuters)
El superviviente de más edad de los campos de exterminio nazis, Leopold Engleitner, falleció el pasado 21 de abril a los 107 años de edad, ha informado hoy un centro público austríaco que vela por la memoria histórica.
Engleitner pasó cuatro años, de 1939 a 1943, en los campos de concentración nazis de Buchenwald, Niederhagen y Ravensbrueck debido a su condición de objetor de conciencia y testigo de Jehová, ha recorddo el Centro de Documentación de la Resistencia Austríaca (DÖW, en alemán).
Su experiencia en esos campos de la muerte y el coraje con el que afrontó su situación ha sido reflejada en varios libros y documentales, en los que se subraya que incluso se negó a utilizar el obligatorio saludo nazi de "Heil Hitler".

Una vida de sufrimiento y valentía

Nacido el 23 de julio de 1905 en la región de Aigen-Voglhub (Alta Austria), en los años treinta se unió a los Testigos de Jehová, un credo perseguido durante el nazismo. Tras la anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938, Engleitner no renunció a sus creencias religiosas, y además se negó a servir en el Ejército nazi o a trabajar en la fabricación de armamento. Esa actitud le llevó a ser internado en diversos campos de concentración a partir de 1939. Durante este tiempo, y aunque llegó a pesar sólo 28 kilos, no perdió el optimismo ni abandonó sus principios pacifistas, lo que se reflejó en su biografía 'Una voluntad inquebrantable', aparecida en 1999 en inglés y alemán.
A mediados de 1943 los nazis le permitieron abandonar el campo de concentración con la condición de aceptar un trabajo forzoso de por vida en una granja, de donde logró escapar y ocultarse en los bosques hasta que terminó la guerra. "Su vida estuvo marcada durante largo tiempo con un gran sufrimiento, privaciones, injusticia y humillación. Siguiendo a su conciencia, continuó su camino con valentía y con la confianza de Dios", ha escrito su amigo y biógrafo Bernhard Rammerstorfer en un comunicado en su página web.
En noviembre de 2012 aún pudo viajar a Estados Unidos para presentar un filme en el que relataba sus experiencias, titulado 'Ladder in the Lions' Den' (Escalera en el foso de los leones), producida por el mismo Rammerstorfer. Engleitner fue galardonado con la Medalla de Oro de la República de Austria, la Medalla de Plata del Estado Federado de Alta Austria y también con la Cruz de Servicio Distinguido de la República Federal de Alemania.

Aunque soy débil, soy poderoso
RELATADO POR LEOPOLD ENGLEITNER
El oficial de las SS sacó su pistola, apuntó a mi cabeza y preguntó: “¿Estás listo para morir? Voy a apretar el gatillo porque eres un caso perdido”. “Estoy listo”, contesté, intentando hablar con serenidad. Me armé de valor, cerré los ojos y esperé a que disparara, pero nada ocurrió. “¡Eres demasiado estúpido para morir!”, gritó, mientras apartaba la pistola de mi sien. ¿Por qué me hallaba en esta peligrosa situación?
NACÍ el 23 de julio de 1905 en Aigen-Voglhub, un pueblo enclavado en los Alpes austriacos. Mi padre, quien trabajaba en un aserradero, se casó con la hija de un granjero local. Aunque pobres, eran muy trabajadores. Yo era su hijo mayor, y mis primeros años los pasé en Bad Ischl, cerca de Salzburgo, un lugar rodeado de hermosos lagos e imponentes montañas.
De niño pensaba mucho sobre las injusticias de la vida, no solo porque mi familia no tenía recursos, sino también porque yo sufría de una desviación congénita de la columna. El dolor de espalda que me producía esta enfermedad hacía que fuera casi imposible andar erguido. En la escuela no se me permitía participar en las clases de gimnasia, y por lo tanto, me convertí en objeto de burla de mis compañeros.
Al terminar la I Guerra Mundial, cuando tenía apenas 14 años, decidí buscar un empleo para librarme de la pobreza. Siempre tenía un hambre atroz, y me sentía aún más débil cuando me subía la fiebre a causa de la gripe española, la cual había ocasionado la muerte de millones de personas. La mayoría de los granjeros a quienes les pedía trabajo me decían: “¿De qué me va a servir un debilucho como tú?”. Sin embargo, hubo un granjero bondadoso que me dio empleo.
Emocionado por el amor de Dios
Aunque mi madre era una católica devota, yo no frecuentaba la iglesia, principalmente porque mi padre tenía opiniones religiosas más liberales. En cuanto a mí, me molestaba la adoración de imágenes, una práctica muy común en la Iglesia Católica.
Un día de octubre de 1931, un amigo me pidió que lo acompañara a una reunión religiosa dirigida por los Estudiantes de la Biblia, como se conocía entonces a los testigos de Jehová. Allí recibí respuestas bíblicas a preguntas importantes como las siguientes: ¿agrada a Dios la adoración de imágenes? (Éxodo 20:4, 5); ¿existe el fuego del infierno? (Eclesiastés 9:5); ¿resucitarán los muertos? (Juan 5:28, 29).
Lo que más me impresionó fue el hecho de que Dios no aprueba las guerras sanguinarias del hombre, aunque se afirme que se pelean en Su nombre. Aprendí que “Dios es amor” y que tiene un glorioso nombre: Jehová (1 Juan 4:8; Salmo 83:18). Me emocionó saber que mediante el Reino de Jehová, las personas podrán vivir para siempre en un paraíso que cubrirá toda la Tierra. También aprendí acerca de la maravillosa perspectiva que tienen algunos seres humanos imperfectos que han sido llamados por Dios para participar con Jesús en el Reino celestial de su Padre. Estaba dispuesto a hacer cuanto fuera posible por ese Reino. Así que en mayo de 1932 me bauticé y llegué a ser testigo de Jehová, lo cual requirió valor en vista de la intolerancia religiosa reinante en la Austria católica de aquella época.
Hago frente al desprecio y a la oposición
Mis padres se horrorizaron cuando me di de baja en la iglesia, y el sacerdote enseguida lo anunció desde el púlpito. Los vecinos escupían en el suelo enfrente de mí en señal de desprecio. Sin embargo, estaba resuelto a ser ministro de tiempo completo y emprendí el precursorado en enero de 1934.
La situación política se hizo cada vez más tensa porque la influencia del partido nazi estaba aumentando en nuestra provincia. Cuando servía de precursor en el valle del Enns en Estiria, la policía siempre me pisaba los talones, y tenía que ser ‘cauteloso como serpiente’ (Mateo 10:16). De 1934 a 1938, la persecución fue parte de mi vida diaria. Aunque no tenía trabajo, rehusaban darme compensación por desempleo, y se me sentenció a varias condenas de prisión cortas y a cuatro condenas más largas por predicar.
Las tropas de Hitler ocupan Austria
En marzo de 1938, las tropas de Hitler invadieron Austria. En pocos días, más de noventa mil personas —cerca del 2% de la población adulta— fueron arrestadas y enviadas a prisiones y campos de concentración, acusadas de oponerse al régimen nazi. Los testigos de Jehová estaban un tanto preparados para lo que ocurriría. En el verano de 1937, varios miembros de mi congregación viajaron 350 kilómetros  en bicicleta hasta Praga para asistir a una asamblea internacional. Allí oyeron de las atrocidades perpetradas contra nuestros hermanos cristianos de Alemania. Era obvio que pronto nos tocaría a nosotros.
Desde el día en que los soldados de Hitler entraron en Austria, los testigos de Jehová se vieron obligados a reunirse y predicar en la clandestinidad. A pesar de que las publicaciones bíblicas se introducían secretamente por la frontera suiza, no había suficientes para todos los hermanos. De modo que nuestros compañeros cristianos de Viena producían publicaciones a escondidas. A menudo yo servía de correo y entregaba las publicaciones a los Testigos.
Me envían a un campo de concentración
El 4 de abril de 1939, tres compañeros cristianos y yo fuimos detenidos por la Gestapo mientras celebrábamos la Conmemoración de la muerte de Cristo en Bad Ischl. Nos trasladaron en automóvil a la comisaría de Linz. Aunque era la primera vez que viajaba en automóvil, estaba tan preocupado que no disfruté de ello. En Linz, fui sometido a una serie de interrogatorios insoportables, pero no renuncié a mi fe. Cinco meses más tarde, me llevaron ante el juez en Alta Austria y, de forma inesperada, me retiraron los cargos criminales. Sin embargo, mis problemas no terminaron allí. Mientras tanto, a mis tres compañeros cristianos los habían enviado a campos de concentración, donde murieron fieles.
Permanecí bajo custodia, y el 5 de octubre de 1939 me informaron que sería llevado al campo de concentración de Buchenwald en Alemania. Para trasladar a los prisioneros, había un tren especial en la estación de Linz, cuyos vagones estaban equipados con celdas para dos personas. El señor que encerraron conmigo era el ex gobernador de Alta Austria, el doctor Heinrich Gleissner.
El doctor Gleissner y yo entablamos una conversación agradable. Él estaba muy interesado en mi situación y quedó sorprendido de que aun durante su gobernación, los testigos de Jehová hubieran afrontado innumerables problemas legales en su provincia. Dijo con pesar: “Señor Engleitner, no puedo deshacer el daño, pero quiero pedirle disculpas. Parece que nuestro gobierno era culpable de corrupción judicial. Si algún día necesita ayuda, yo estaré muy dispuesto a hacer cuanto pueda”. Volvimos a vernos después de la guerra, y me ayudó a recibir una pensión de jubilación del gobierno que se otorgaba a las víctimas de los nazis.
“Te voy a disparar”
El 9 de octubre de 1939, llegué al campo de concentración de Buchenwald. Al poco tiempo, se le informó al encargado de la prisión que había un Testigo entre los nuevos reclusos, y así, me convertí en su blanco. Me golpeó despiadadamente. Cuando vio que no renunciaría a mi fe, dijo: “Te voy a disparar, Engleitner. Pero antes, voy a dejar que escribas unas palabras de despedida a tus padres”. Pensé en escribirles palabras de consuelo, pero cada vez que lo intentaba, él me pegaba en el codo derecho, y lo que hacía eran garabatos. Después se burlaba: “¡Idiota! No puedes ni siquiera escribir dos oraciones sencillas. Pero eso no te impide leer la Biblia, ¿verdad?”.
Acto seguido, sacó su pistola, apuntó a mi cabeza y me hizo creer que iba a apretar el gatillo, como mencioné al principio. Luego me echó en una celda pequeña y atestada de gente. Tuve que pasar la noche de pie. Pero de todas formas no habría podido dormir, pues tenía todo el cuerpo adolorido. Las únicas palabras de “consuelo” que me ofrecían los demás reclusos eran: “No vale la pena morir por una religión estúpida”. El doctor Gleissner, que estaba en la celda de al lado, oyó lo que había ocurrido, y dijo pensativo: “La persecución de los cristianos sigue asomando su horrible rostro”.
En el verano de 1940, a todos los prisioneros se nos mandó a trabajar en la cantera un domingo, aunque normalmente teníamos ese día libre. Fue una represalia por el mal comportamiento de algunos reclusos. Se nos ordenó que lleváramos piedras grandes de la cantera al campo. Dos prisioneros intentaron colocar una enorme piedra en mi espalda, y por poco me desplomo. En aquel momento, Arthur Rödl, el temido Lagerführer (encargado del campo), me rescató inesperadamente. Al verme sufriendo, me dijo: “No llegarás al campo con esa piedra en la espalda. Ponla en el suelo ahora mismo”. Obedecí con gusto. Luego señaló a una piedra mucho más pequeña, y dijo: “Levanta esa, y llévala al campo. Es más fácil de cargar”. Entonces se dirigió a nuestro supervisor, y ordenó: “Deja que los Estudiantes de la Biblia regresen a sus barracones. Ya han trabajado suficiente hoy”.
Al final de cada jornada, siempre disfrutaba de pasar algunos momentos con mi familia espiritual. Teníamos un sistema para distribuir el alimento espiritual. Un hermano escribía un versículo bíblico en un pedacito de papel y lo pasaba a los demás. También se había introducido secretamente una Biblia en el campo, la cual se dividió en libros. A mí se me encomendó el libro de Job por tres meses. Lo escondía en mis calcetines. El relato de Job me ayudó a permanecer firme.
Finalmente, el 7 de marzo de 1941, fui trasladado junto con una gran caravana al campo de concentración de Niederhagen. Mi estado siguió empeorando. Un día, se me ordenó a mí y a dos hermanos que colocáramos herramientas en unos cajones. Cuando terminamos, acompañamos a otro grupo de reclusos de regreso a los barracones. Un soldado de las SS observó que yo caminaba más lento que los demás. Se enojó tanto que, sin decir nada, me dio una fuerte patada por detrás, lo cual me ocasionó daño grave. El dolor fue terrible, pero de todos modos no falté al trabajo al día siguiente.
Liberación inesperada
En abril de 1943 se evacuó el campo de concentración de Niederhagen. De allí fui trasladado al campo de exterminio de Ravensbrück. Luego, en junio de 1943, me concedieron la inesperada oportunidad de salir del campo de concentración. Mi liberación ya no era condicional, es decir, no tenía que renunciar a mi fe. Solo tenía que concordar en hacer trabajos forzados en una granja por el resto de mi vida. Estaba dispuesto a hacerlo con tal de escapar de los horrores del campo. Al ir al médico de la prisión para que me hiciera un examen final, se sorprendió de verme. “¡Todavía eres testigo de Jehová!”, exclamó. “Así es, señor doctor”, respondí. “Pues, en ese caso, no veo por qué deberíamos dejarte ir. Aunque, por otro lado, sería un gran alivio deshacernos de una criatura tan arruinada.”
El doctor no exageraba. Mi estado de salud era lamentable. Tenía parte de la piel corroída por piojos, las palizas me habían dejado sordo de un oído, y mi cuerpo estaba cubierto de heridas supurantes. Después de cuarenta y seis meses de privaciones, hambre constante y trabajos forzados, pesaba poco más de 28 kilos . En esas condiciones me encontraba cuando salí de Ravensbrück el 15 de julio de 1943.
Fui enviado de vuelta a mi pueblo en tren sin custodia. Cuando me presenté en la sede de la Gestapo en Linz, el oficial me entregó los documentos que señalaban que había sido puesto en libertad, y me advirtió: “Si cree que lo estamos poniendo en libertad para que siga con su actividad clandestina, está muy equivocado. Que Dios lo libre si algún día lo vemos predicando”.
¡Por fin llegué a casa! Mi madre no había cambiado nada en mi habitación desde que había sido arrestado por primera vez el 4 de abril de 1939. Hasta mi Biblia estaba abierta sobre la mesita de noche. Me arrodillé y ofrecí una sincera oración de gracias.
Al poco tiempo recibí una asignación para trabajar en una granja de montaña. El granjero era un amigo de la infancia y me pagaba un pequeño sueldo, aunque no estaba obligado a hacerlo. Antes de la guerra, este amigo me había permitido esconder algunas publicaciones bíblicas en su propiedad. Cuánto me alegré de poder aprovechar aquel pequeño almacén de publicaciones para fortalecerme espiritualmente. Se satisficieron todas mis necesidades, y estaba resuelto a esperar en la granja hasta que terminara la guerra.
Me escondo en las montañas
Aquellos tranquilos días de libertad no duraron mucho. A mediados de agosto de 1943, se me ordenó que compareciera ante el doctor militar para un examen médico. Al principio dijo que no podía servir en el ejército porque tenía problemas en la espalda. No obstante, una semana después, el mismo doctor cambió el diagnóstico y puso por escrito: “Está en buenas condiciones para pelear en el frente”. Por algún tiempo, el ejército no logró dar conmigo, pero el 17 de abril de 1945, poco antes de que terminara la guerra, me encontró y me alistó para servir en el frente.
Surtido de unas cuantas provisiones y una Biblia, me refugié en las montañas cercanas. Durante cierto tiempo pude dormir al aire libre, pero el clima empeoró, y un día cayó medio metro  de nieve. Quedé empapado. Logré llegar a una cabaña ubicada a casi mil doscientos metros  sobre el nivel del mar. Temblando de frío, hice un fuego, me calenté y sequé mi ropa. Agotado, me quedé dormido en un banco frente a la chimenea. Un rato después, me despertó abruptamente un intenso dolor. ¡Estaba en llamas! Rodé sobre el suelo para apagarlas. Tenía la espalda cubierta de ampollas.
Con gran riesgo, regresé a escondidas a la granja de la montaña antes de que amaneciera, pero la esposa del granjero estaba tan asustada que me dijo que me fuera porque unos hombres me buscaban. De modo que volví al hogar de mis padres. Al principio, ellos también vacilaron en recibirme, pero por fin me dejaron dormir en la parte superior del granero, y mi madre curó mis heridas. Sin embargo, después de dos días, mis padres estaban muy inquietos, así que decidí esconderme en las montañas de nuevo.
El 5 de mayo de 1945, un fuerte ruido me despertó. Pude ver algunos aviones aliados que volaban a poca altura. En ese momento me di cuenta de que el régimen de Hitler había sido derrotado. El espíritu de Jehová me había fortalecido para aguantar aquella increíble prueba. Había experimentado la veracidad de las palabras de Salmo 55:22, que me habían consolado mucho al principio de mis pruebas. Había arrojado mi “carga sobre Jehová”, y, aunque estaba físicamente débil, él me sostuvo mientras andaba por “el valle de sombra profunda” (Salmo 23:4).
El poder de Jehová está “perfeccionándose en la debilidad”
Después de la guerra, la vida fue volviendo a la normalidad. Al principio trabajaba como obrero en la granja de mi amigo. Solo se me libró de la obligación de efectuar trabajos forzados agrícolas por el resto de mi vida en abril de 1946, cuando el ejército de ocupación estadounidense intercedió por mí.
Al terminar la guerra, los hermanos cristianos de Bad Ischl y del distrito que lo rodea empezaron a celebrar reuniones regularmente. Comenzaron a predicar con vigor renovado. Yo recibí una oferta de empleo como guardia nocturno en una fábrica, y así pude continuar mi precursorado. Con el tiempo, me establecí en la zona de St. Wolfgang, y en 1949 me casé con Theresia Kurz, quien tenía una hija de un matrimonio anterior. Mi querida esposa y yo estuvimos juntos treinta y dos años, hasta que ella murió en 1981, tras haberla cuidado durante más de siete años.
Después de la muerte de Theresia, reanudé el servicio de precursor, lo cual me ayudó a sobreponerme al gran sentimiento de pérdida. Actualmente soy precursor y anciano en mi congregación en Bad Ischl. Como estoy confinado a una silla de ruedas, ofrezco publicaciones bíblicas y hablo con las personas acerca de la esperanza del Reino en el parque de Bad Ischl o enfrente de mi hogar. Las excelentes conversaciones bíblicas que entablo son una fuente de mucho gozo para mí.
En retrospectiva, puedo decir que las horribles experiencias que tuve que aguantar no me amargaron. Claro está, hubo ocasiones en que me deprimieron, pero mi estrecha relación con Jehová Dios me ayudó a superar esos momentos de tristeza. Las palabras que el Señor le dirigió a Pablo, “mi poder está perfeccionándose en la debilidad”, resultaron ser una realidad en mi vida también. Ahora que tengo casi 100 años puedo decir al igual que el apóstol Pablo: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso” (2 Corintios 12:9, 10).

sábado, 25 de mayo de 2013

El poder de la sonrisa

                                    



Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo se requieren quince para sonreír.

Hay una linda frase de William Shakespeare que dice: “Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa, que con la punta de la espada”. Y yo le pregunto a usted, estimado lector, ¿ha intentado alguna vez, de manera consciente, levantarse de la cama por la mañana y hacerse la promesa de tratar de sonreír a todas las personas que se crucen ese día en su camino?
Si ya lo ha hecho lo felicito, porque seguramente se habrá dado cuenta que su día fue diferente, que fue mejor en todos los sentidos, y que si tuvo que hacer algún trámite o si requirió de la ayuda de otras personas para la realización de sus actividades de ese día, todas las cosas le salieron mejor, recibió más y mejores atenciones y respuestas de los demás y, además, también usted mismo se sintió mejor, emocional y físicamente. Si no lo ha hecho, hágalo y verá como notará de inmediato el cambio en su día.
Como bien dice el dramaturgo español Víctor Ruiz Iriarte, “La sonrisa es el idioma general de los hombres inteligentes; sólo son tristes los tontos y los delincuentes”. Y es que en verdad, no tiene sentido dejar de obtener los beneficios que nos proporciona el brindar a todos una sonrisa, a cambio de tener que arrugar la frente y usar esos cuarenta músculos que no nos darán retribución alguna por ello.

Se entiende que no todos los días tenemos el mejor de los humores para sonreír y que los golpes de la vida muchas veces nos “obligan”, según nosotros, a ser infelices y a mantener a todas horas un gesto adusto, duro, no amigable, porque esa será la única manera de que seamos congruentes con el dolor, la angustia, el coraje, la amargura o la pena por la que estamos atravesando. Esa es una postura que no es inteligente, como dice Ruiz Iriarte. Uno debe sonreír, aunque nuestra sonrisa sea una sonrisa triste, porque aún mas triste que la sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír. Y entérese de que si usted la está pasando mal, por lo que sea, hay quienes la pasan mucho peor que usted en el mundo, y le dan a diario gracias a Dios, con una gran sonrisa, por tener un día más de vida. No hay que buscar mucho para encontrar casos sorprendentes de estos maestros de la vida; sólo hay que voltear a ver a tantos y tantos seres humanos con un sinnúmero de limitaciones físicas que los hacen estar prácticamente incapacitados, que no tienen manos o piernas, que son ciegos o con parálisis cerebral, y que con sus habilidades desarrolladas a partir de sus incapacidades, día a día nos dan unas tremendas lecciones de vida que nos dejan verdaderamente perplejos, y que además, al contrario de muchos “normales” como nosotros, esbozan sus bellas y agradecidas sonrisas para dar y prestar.

Y es que una sonrisa significa mucho, porque enriquece a quien la recibe sin empobrecer a quien la ofrece, y aunque muchas veces podrá durar sólo un segundo, su recuerdo en ocasiones nunca se borrará. Intente usted el día de hoy sonreírle a personas que usualmente no les sonríe, o con quienes no tiene la mejor de las relaciones, y verá el resultado que esta acción le acarreará; es algo verdaderamente sorprendente. La sonrisa es algo con lo que nacemos, no es algo que se aprende; se ha comprobado que los niños que nacen ciegos, sonríen al igual que aquellos que sí pueden ver, es decir, no tuvieron que ver a otros sonreír ni estuvieron sujetos a un proceso de aprendizaje para poder hacerlo, como se requiere por ejemplo, para aprender a caminar. Seguramente todos habremos visto que los bebés sonríen naturalmente, incluso de recién nacidos; es parte pues de nuestra naturaleza, y es una capacidad que no deberíamos de perder durante nuestra existencia. Pero sucede que eso que traemos por naturaleza, es decir, la gran aptitud para ser felices y sonreír, lo olvidamos durante nuestra vida y dejamos de practicarlo; es decir ¡aprendemos a dejar de sonreír!.

La sonrisa es una verdadera fuerza vital, la única capaz de mover lo inconmovible. Tiene una potencia tal que incluso puede ayudar a mermar o a desaparecer en algunos casos los efectos negativos de nuestros errores o equivocaciones. Una sonrisa tiene valor desde el comienzo en que se da; si cree que a usted la sonrisa no le aporta nada, sea generoso y dé la suya, porque nadie tiene tanta necesidad de la sonrisa como quién no sabe sonreír. La sonrisa es ni más ni menos la luz de nuestro rostro, la que nos abre muchas puertas, la que genera actitudes positivas y la que nos alisa el camino para llegar a los demás. Es en muchas ocasiones la llave maestra que abre las cerraduras más oxidadas que pudiéramos encontrar en nuestro camino. Empecemos y terminemos nuestro próximo día con una sonrisa y nos encontraremos con gratas sorpresas. Intentémoslo; total, podremos ganar mucho sin arriesgar absolutamente nada. Bien vale la pena...o no lo cree usted así?

viernes, 17 de mayo de 2013

Hermosas piedras exóticas

Rosetas Rodocrosita en Cuarzo Drusy





Muestra imponente de Fluorita con Aquamarine, Mtns Erongo, Namibia





Spangolite, Brochantita y Cuarzo Blanchard Mina, Nuevo Mexico





Azul Halita Kłodawa, Polonia





Rebanadas de Turmalina Madagascar





Ethiopian contraluz Opal





Calcita con inclusiones de Malaquita Bisbee, Arizona





Biterminados Ametrine tonos amatista y citrino combinadas en un solo cristal Anahi Mine, Bolivia





Topacio azul Una luz azul cristalino Topaz hermosa con rostros brillantes. Está terminado y tiene varias inclusiones aciculares Brasil





Yacaré Cuarzo ahumado con inclusiones





Gemmy (gema) Rhodonite





Cristales de Mimetita verde amarillo encima de Smithsonita. Tsumeb Mine, Namibia





Lazulita Rapid Creek, Canadá





Cúmulo de cuarzo con inclusiones! Quizás hematita.





Cristalizado Rubí Mogok





Malaquita, Shattuckitas y Cuarzo. Omaue Mine, Namibia





Rodocrosita, Tetraedrita, Cuarzo Mina dulce hogar, Colorado





Citrino clúster





Cuarzo con inclusiones Fuchsite





Pink Halite





Azurita y Malaquita estalagmita





Turmalina





Los granates Andradita





Realgar y Oropimente





Aqua-Morganite con Chorlo en Albite





Tabular Wulfenite en una matriz de Gossan. Adami No2 Mine, Grecia





Turmalina, Minas Gerais, Brasil





miércoles, 15 de mayo de 2013

La ONU aconseja comer insectos




La FAO afirma que la entomofagia es positiva para la salud y el medio ambiente.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentacion (FAO) ha presentado ese lunes en su sede de Roma el informe Insectos comestibles: perspectivas de futuro para la seguridad alimentaria y alimentación para el ganado, en el que afirma que los insectos son en la actualidad una fuente de proteínas que forma parte de la dieta de al menos 2.000 millones de personas y que tiene un gran potencial por explotar ya no solo como alimento, sino también como pienso.

Según el estudio, realizado en colaboración con la Universidad de Wageningen (Países Bajos), los insectos son una fuente importante y fácilmente accesible de alimentos nutritivos y ricos en proteínas que se encuentra en los bosques. Así, por ejemplo, la relación entre ácidos grasos Omega-3 y Omega-6 en los gusanos de la harina es similar a la del pescado, considerada ideal, y mucho mejor que la de la carne, además de que su contenido en proteínas, vitaminas y minerales es muy similar a los de carne y pescado.

La FAO cree que al ritmo con que crece la población, el mundo no podrá alimentar a 9.000 millones de personas con la dieta habitual y no cree que se deba aumentar la superficie agrícola ni contempla, naturalmente, que la tecnología sea capaz de mejorar el rendimiento de la tierra como ha hecho en las últimas décadas. Así que su solución parecen ser los insectos, ya que al ser animales de sangre fría necesitan menos alimentos que mamíferos o aves para producir una cantidad similar de carne.

En un intento de disimular lo que están aconsejando, una de las coautoras del informe –Eva Muller, directora de la División de Economía, Políticas y Productos Forestales de la FAO– asegura que "no estamos diciendo que la gente deba comer bichos, sino que los insectos son solo uno de los recursos que brindan los bosques, y que se encuentra prácticamente por explotar su potencial como alimento, y sobre todo, como pienso". De modo que según ella decir que su potencial como alimento no está explotado no es decir que se deban comer más que ahora.

El informe afirma que existen grandes oportunidades, especialmente en los países pobres, para crear industrias alimentarias basadas en los insectos, y que los gobiernos deben hacer esfuerzos de comunicación para popularizar esta alternativa.



martes, 14 de mayo de 2013

Ver 427 peliculas en español sin tenerlas que descargar

Se ha añadido a la barra  la navaja suiza la posibilidad de poder ver 427 peliculas en español sin tenerlas que descargar clicka en pelis http://lasavesonolasabes.ourtoolbar.com/

jueves, 2 de mayo de 2013

Mùsica relajante