
Se estima que a lo largo del día una persona ingiere unos 0,5 miligramos
al día, en función de lo que consuma. El cuerpo lo excreta en seguida
así que, normalmente, no se acumula en ningún órgano. En pequeñas dosis,
el antimonio produce dolores de cabeza, debilidad y depresión. En dosis
suficientemente elevadas, el sistema enzimático humano queda perturbado
y causa la muerte en días.
Pero esos niveles fatales de 100 miligramos quedan muy lejos de las
partes por trillón que mencionan los investigadores alemanes que han
publicado el estudio de las botellas de agua. Una parte por billón (que
es más que una parte por trillón) es lo equivalente a un microgramo en
una tonelada. Aun así, uno de los aspectos preocupantes sobre los que no
hay respuesta todavía es el posible efecto cancerígeno del antimonio. Y
aunque se trate de dosis bajas, dicen los investigadores, las botellas
contienen más antimonio que el agua corriente y «lo que no está claro es
qué implicaciones tiene eso para la salud humana».