* Miguel Ángel escondió en los frescos de la Capilla Sixtina múltiples mensajes, muchos de ellos críticos con la Iglesia de la época o vinculados a la tradición judía.
* La capilla tiene más de 1.100 metros cuadrados y en ella el artista pintó más de 300 figuras.
* Entre las imágenes ocultas, en el fresco de la "Creación de Adán" puede observarse la sección transversal de un cerebro.
Los frescos de la Capilla Sixtina del Vaticano, que han presenciado tantas elecciones papales, esconden muchos secretos. Mensajes ocultos, algunos de tipo cabalístico y otros muy poco católicos, que Miguel Ángel dejó hace 500 años para la posteridad.
Cada año, más de cuatro millones de personas visitan la Capilla Sixtina, parada obligatoria en un tour por el Vaticano, para admirar los frescos del genial Miguel Ángel (1475-1564). Sin embargo, pocos son los que pueden descifrar los mensajes que escondió, desde referencias judías y cabalísticas a conocimientos anatómicos y burlas a Julio II, quien le encargó la obra.
Esta teoría se expone en un libro de reciente publicación en español, "Los secretos de la Capilla Sixtina. Los mensajes prohibidos del Miguel Ángel en el corazón del Vaticano", escrito por Roy Doliner, especialista en historia y doctrina judías, y Benjamin Blech, educador y escritor.
La Capilla Sixtina sería, según estas teorías, un reconocimiento a las raíces judaicas de la religión cristiana, "un puente" entre judaísmo y cristianismo, apunta el experto en arte y prologuista del libro, Enrico Bruschini.
Doliner explicó a EFE que, cuando se acabó la limpieza de la Capilla Sixtina, se dio cuenta de la existencia de símbolos e imágenes que no correspondían con lo que señalaban las guías oficiales. "Empecé mis investigaciones, pero era muy escéptico y, después de varios años y muchos descubrimientos, finalmente Miguel Ángel me convenció".
"En medio de una de las épocas más intolerantes y llenas de odio en Europa, Miguel Ángel arriesgó su carrera e incluso su propia vida para promover el entendimiento y la amistad entre religiones", asegura Doliner. Por ello realizó un "inmenso e ingenioso acto de ocultación" de sus ideas, en ocasiones sólo comprensible para los conocedores del Talmud o de la Cábala.
EL GENIAL MIGUEL ÁNGEL
Miguel Ángel es uno de los pintores más famosos de la Historia, pero él se consideraba escultor y, sin embargo, dedicó más de cuatro años a pintar la bóveda (1508-1512) y, dos décadas después inició, en la pared del altar, "El Juicio Final" (1535-1541).
El artista no había realizado antes un fresco y en la bóveda se enfrentó al mayor del mundo -más de 1.100 metros cuadrados y 300 personajes- entre ellos sibilas paganas, profetas hebreos y antepasados judíos de Jesús, pero llama la atención que ninguno proceda del Nuevo Testamento.
Para el Vaticano -según explica el libro-, el concepto esencial de la bóveda es la historia religiosa antigua, integrada por el paganismo y el judaísmo, que desembocó en la llegada de Jesucristo, pero para Blech y Dolinder la realidad es diferente, y todo habría empezado años antes de que iniciase su gran obra.
El joven Miguel Ángel Buonarroti estuvo en contacto desde su adolescencia con maestros neoplatónicos "que buscaban crear una fusión entre la filosofía platónica, el misticismo judío y el cristianismo", explica Doliner. En esos años aprendió sus primeros conceptos esotéricos y se acercó a las enseñanzas de la Torá, la Cábala, el Talmud y el Midrash.
LA TRADICIÓN DEL LOS MENSAJES OCULTOS
La costumbre de ocultar significados fue una práctica extendida en la historia del arte, seguida, entre otros, por Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli y Miguel Ángel, quien sobrecargó de personajes su obra para disimular los mensajes que quería transmitir, que eran más osados cuanto más altos y menos visibles en la bóveda de la capilla.
Pero no se trata sólo de detalles medio ocultos, sino que el artista eligió además algunos episodios bíblicos protagonizados por héroes del Antiguo Testamento y que esconden referencias cabalísticas.
El PAPA JULIO II
Giuliano della Rovere, el papa Julio II, era un hombre "cuyo ego no conocía límites", pero con una vista tremenda para el talento artístico. Por eso eligió a Buonarroti para decorar la bóveda de la Sixtina y le entregó un proyecto cuyo punto central sería Jesucristo acompañado por los apóstoles.
Doliner explica cómo el artista logró que el Papa le dejara ejecutar su propio proyecto: "la adulación". La primera figura que pintó fue "un apuesto perfil de Julio II encarnando al profeta Zacarías y situado justo sobre la puerta por la que entraban los Papas, lo que suponía que todos los futuros Papas deberían caminar bajo sus pies" y eso "le gustó tanto que dio a Miguel Ángel carta blanca para hacer el resto de la bóveda".
Pero además dibujó dos angelitos, uno de ellos oculto entre sombras, que dirige hacia la nuca del Papa-profeta un puño cerrado con el pulgar que sobresale entre el índice y el corazón, "un gesto extremadamente obsceno" en aquella época. Si Julio II lo hubiese descubierto la carrera y seguramente la vida de Miguel Ángel habrían acabado allí mismo.
La Iglesia descubrió alguno de los mensajes secretos "más tarde, y se enfadaron tanto que se refirieron a ellos como 'esas obscenidades y herejías' en los frescos", explica el escritor.
LA FRANJA CENTRAL
La franja central de la bóveda es la parte más famosa de los frescos y, según el diseño original, debía estar decorada con un dibujo geométrico, a lo que Miguel Ángel se opuso y logró el permiso del Papa para plasmar su idea.
La imagen más conocida de la Capilla Sixtina, la Creación de Adán, oculta un inesperado secreto, descubierto en 1975 por un cirujano durante una visita turística. Al mirar la gran capa que envuelve a la figura de Dios no tuvo dudas de que estaba ante una sección transversal del cerebro. En otro de los frescos, los autores apuntan que puede verse, en una capa color púrpura, la forma y detalles de un riñón.
En cada uno de los paneles de la franja central el artista incluyó detalles de la tradición judía, así el árbol de la fruta prohibida no es un manzano sino una higuera, y el arca de Noé no tiene forma de barca sino de caja.
EL JUICIO FINAL
Años después de que acabara la bóveda, Miguel Ángel fue llamado por Clemente VII para pintar la pared del altar de la Capilla Sixtina. En aquella época Buonarroti tenía 60 años y dedicó casi siete a completar el trabajo, con el apoyo de dos ayudantes.
Esta obra está también cuajada de detalles heterodoxos, que rompían con los moldes de la tradición cristiana oficial, y encierra uno de los mensajes que más sorprendió a Doliner.
"En medio de los santos católicos y en el círculo interno de las Almas Elegidas en el Cielo, Miguel Ángel escondió a dos religiosos judíos (uno lleva el sombrero con picos y el otro la redondela amarilla que la Iglesia les obligó a portar en diversas épocas). Eso estaba completamente prohibido y era muy peligroso en aquella época, pero él lo hizo y la Iglesia no supo que estaban allí durante cinco siglos".
Otra "jugada" de Buonarroti fue ridiculizar al maestro de ceremonias de Pablo III, Biagio da Cesena, quien criticó el fresco antes de que estuviera acabado. La última figura que pintó el artista fue la del rey Minos camino del infierno, con la cara de Cesena, lo que provocó no pocas risas en la inauguración oficial.
Da Cesena suplicó al Papa para que su rostro fuera sacado del fresco, a lo que éste contestó: "Hijo mío, el Señor me ha concedido las llaves para gobernar el cielo y la tierra. Si deseas salir del Infierno, habla con Miguel Ángel".Clicka aqui y veras la capilla en 3D puedes acercarte con el ratón